Respuestas de Scientology
por L. Ronald Hubbard

Creada como un ensayo complementario a “La filosofía triunfa 2.000 años después”,
“Respuestas de Scientology” del Sr. Hubbard presenta un panorama de la libertad mucho más allá de lo que los filósofos de la antigüedad imaginaron posible.

El hombre se ha hecho muchas preguntas acerca de sí mismo.

Estas preguntas son “¿quién soy?”, “¿de dónde vengo?”, “¿qué es la muerte?”, “¿existe el más allá?”

Cualquier niño hace estas preguntas; sin embargo, el hombre nunca ha tenido respuestas satisfactorias.

Las religiones tienen diversas respuestas a esas preguntas, y estas, de hecho, pertenecen al campo de la filosofía religiosa, ya que esta es el área del conocimiento humano que ha tratado de responderlas.

Las religiones tienen diversas respuestas a esas preguntas, y estas, de hecho, pertenecen al campo de la filosofía religiosa, ya que esta es el área del conocimiento humano que ha tratado de responderlas.

Las respuestas han variado a través del tiempo y de una raza a otra, y esta variación es el único escollo que genera incredulidad en las religiones. Las antiguas religiones se desvanecen porque la gente ya no considera que sus respuestas a las preguntas planteadas arriba sean reales.

La decadencia del Cristianismo se debe a la actitud cínica moderna hacia un Infierno donde uno se quema durante una eternidad y hacia un Cielo en el que uno toca el arpa eternamente.

Las ciencias materialistas han intentado invalidar todo este campo y quitarse el problema de encima dando unas respuestas igualmente imposibles: que la persona es meramente carne y que toda la vida surgió de una combustión espontánea y accidental en un mar de amoniaco. Tales “respuestas” suenan más a la India pre-budista, donde se decía que el mundo descansaba sobre siete elefantes que se sostenían sobre siete columnas que se sostenían sobre una tortuga y, exasperados ante la infantil pregunta de dónde se sostenía la tortuga, decían: “¡Sobre barro! ¡Y a partir de ahí hacia abajo sólo hay barro!”

La naturaleza de la verdad es tal que si uno la conoce, se comprenden aún más cosas. La enfermedad y decadencia de Asia tienden a invalidar sus conceptos como verdaderos, y en Occidente, la guerra, donde los soldados veían “Gott Mitt Uns” (Dios está con nosotros) escrito en la hebilla de los cinturones de los enemigos muertos, tendía a poner fin a la dominación de las iglesias de aquellos tiempos: pues Dios no podía estar en ambos bandos de semejante obra del Demonio, o al menos eso pensaban los soldados.

Incluso el gran mandamiento de Cristo de “Ama a tus semejantes” parece tener menos fuerza en la actualidad, en un mundo de impuestos sobre el ingreso, de inflación y un mundo en que se asesinan poblaciones civiles en nombre de la paz.

Así que, sin condenar ni despreciar en modo alguno ninguna de las creencias del hombre, Scientology se alzó de las cenizas de una ciencia carente de espíritu, y volvió a plantear, y respondió, las eternas preguntas.

Los resultados son el testimonio de que estas respuestas tienen la fuerza de la verdad. En lugar de la enfermedad que existe en la religiosa India, los scientologists rara vez se enferman. En lugar de la guerra interna, como en los motines de Alejandría, los scientologists viven en relativa armonía con los demás y son capaces de restaurar las relaciones con rapidez.