L. RONALD HUBBARD | PERFIL BIOGRÁFICO
El Nacimiento de
Dianética
La Segunda Guerra Mundial resultó tanto una interrupción de la investigación como un mayor incentivo. Lo primero se debió a que el Sr. Hubbard tuvo que prestar servicio en el Atlántico y en el Pacífico como comandante de patrullas antisubmarinos. Lo segundo se debió a que si algo acentuaba la necesidad de una filosofía funcional para el mejoramiento humano, era el absoluto horror de ese conflicto. O como él, de manera tan sucinta, lo expresó: “El hombre padece una locura que se llama guerra”. El Sr. Hubbard se contó también entre los primeros que expresaron sus preocupaciones sobre lo que significaba el advenimiento de las armas atómicas, si no iban acompañadas de una comprensión equiparable del comportamiento humano.
Con la resolución de este asunto y al restaurarse la paz, el Sr. Hubbard se puso a realizar pruebas adicionales de la funcionalidad de sus descubrimientos mediante intensas investigaciones con personas de todos los niveles sociales. Esto incluía a actores de un taller de teatro de Hollywood, ejecutivos de industrias vecinas a los estudios, víctimas de accidentes de un hospital de Pasadena y criminales dementes de una institución para enfermos mentales de Georgia. Considerándolo todo, el Sr. Hubbard trabajó personalmente con unos doscientos hombres, mujeres y niños antes de compilar sus dieciséis años de investigación en un manuscrito. Con el título de Dianética: La Tesis Original, la obra no se ofreció para su publicación, sino que más bien se pasó a amigos para que la revisaran. Mediante el proceso de hectografiado, con el tiempo cientos de copias se pusieron en circulación y la respuesta fue tan entusiasta que animó al Sr. Hubbard a presentarla en forma más amplia. Esa tesis, titulada “Terra Incógnita: La Mente” apareció en el ejemplar de invierno/primavera de 1950 del Diario del Club de Exploradores (Explorers Club Journal). Inmediatamente después, el Sr. Hubbard se encontró literalmente inundado de solicitudes para obtener más información, lo que inspiró su manual formal Dianética: El Poder del Pensamiento sobre el Cuerpo.
9 de mayo de 1950.
En el núcleo de esos problemas se encontraba lo que el Sr. Hubbard llamó mente reactiva y que definió como esa “parte de la mente de la persona que funciona totalmente a base de estímulo-respuesta, que no está bajo su control volitivo y que ejerce fuerza y poder de mando sobre su conciencia, propósitos, pensamientos, cuerpo y acciones”. Almacenados en la mente reactiva hay engramas que él definió como grabaciones mentales de momentos de dolor físico e inconsciencia. Con anterioridad se había vislumbrado que la mente registraba percepciones durante momentos de inconsciencia parcial o total, pero la forma en que el engrama actuaba sobre el cuerpo afectando al comportamiento y al pensamiento era completamente novedoso. Tampoco nadie había imaginado siquiera lo que la totalidad de los engramas, tal como están contenidos en la mente reactiva, significaba en términos de desdicha humana. Ya que es esta parte de la mente, como expresó el Sr. Hubbard, “la que hace que un hombre suprima sus esperanzas, la que mantiene sus apatías, la que lo vuelve indeciso cuando debería actuar y la que lo mata antes de que haya empezado a vivir”. En pocas palabras: era el origen de todos los fracasos humanos.
Si en alguna ocasión alguien quisiera una prueba de lo que Dianética dice sobre el engrama y la mente reactiva, sólo tendría que mirar lo que se puede lograr con las técnicas de Dianética. Los casos son muchos, están documentados y son asombrosos: un maníaco homicida regresó a la normalidad en cuestión de unas cuantas docenas de horas; un soldador con artritis paralizante recuperó la movilidad total casi en el mismo número de horas; un profesor prácticamente ciego, recobró la vista en menos de una semana; una ama de casa que padecía una lesión paralizante debida a la histeria recuperó una salud perfecta en una única sesión de cuatro horas. También, existía la meta máxima del procesamiento de Dianética: el estado de Clear, en el cual se borraba la totalidad de la mente reactiva dejando a la persona con atributos y capacidades mucho más avanzados que nada de lo que se hubiera podido predecir con anterioridad.